Concierto The Quireboys - Sala Copérnico (Madrid) - 10/12/22

 Más de dos años con la entrada en la mano. Nunca había visto en directo a The Quireboys y había que ponerle remedio. Es una de mis bandas favoritas. He de confesar que cuando hace unos meses

anunciaron la salida de Spike de la banda pensé incluso en no ir al concierto. Spike era una gran parte de la banda con esa voz cazallera que Dios le dio. ¡¡¡Craso error!!! Lo que vimos ayer en la sala Copérnico fue un espectáculo. Sí, es cierto que con Spike hubiese resultado una delicatessen, pero estos tíos llevan currándose la carretera muchos años ya y tienen un oficio tremendo. Y sí, Guy no es Spike, no tiene ese registro espectacular, pero no lo hace mal, ni mucho menos.

Y es que con ese repertorio y ese oficio es casi imposible fallar. Si a eso le añadimos una simpatía natural de la banda, con Guy interactuando con la gente de las primeras filas y Paul Guerin posando con simpatía cada vez que alguien quería hacerle una foto de cerca, la fórmula no podía fallar.

La base del show fue su primer álbum, el maravilloso “A bit of what you fancy”, del que despacharon hasta 7 temas (desgraciadamente, no cayó una de mis favoritas, “Sweet Mary Ann”, una lástima, pero no se puede tener todo). Estos temas fueron los más coreados de la noche, temas como “Misled”, “There she goes again” o “Whippin´ boy” fueron de lo que más encendió a la gente y fueron la columna vertebral del concierto. También tocaron temas de otros discos como “This is rock and roll” y “Mona Lisa Smile”, e incluso estrenaron en Madrid un nuevo tema titulado “Lie to me”, que fue recibido muy bien y que sonó perfecto.

La banda suena engrasada y perfecta, se nota que llevan años en la carretera y eso se transmite a la gente, que lo pasa en grande.



Para el final guardaron dos de sus temas más emblemáticos, “7 o´clock”, con la que la gente enloqueció, tras lo que se retiraron del escenario, al que volvieron poco después para descargar una “Sex party” espectacular.

Además, traían como bajista a Chip Znuff, todo saber estar sobre las tablas, que derrochó carisma a raudales para darle algo más de magia (si es que la necesitaba) a la noche.

En definitiva, una gran noche de rock and roll, que es lo que estábamos buscando todos los asistentes, que, por cierto, aunque no llenamos el local, si que este presentaba una buena entrada.

Y lo que más me llamó la atención es que los componentes de la banda no se lo tienen nada creído y son de lo más cercano, cosa que no abunda en el mundo del rock a esto niveles.






 






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